Crítica Berta Taracena

TRANSFIGURACION Y SIGNO
EN LA OBRA DE CRISTINA RUIZ
POR BERTA TARACENA
 

En obras recientes Cristina Ruiz subraya su interés por el tema de la figura humana - casi siempre la mujer - campo que le permite destacar su talento para dominar el poder expresivo de ese milagro de la existencia que es el cuerpo. Las manos, el rostro, los ojos o la posición de las figuras capaces de comunicar una emoción, son objeto de interés y de numerosos estudios en el arte de esta pintora.
En estos, como en las pinturas, Cristina Ruiz se vale de diversos y ricos elementos afines a su sensibilidad, entre otros, línea, sombreado, color y tono, para plasmar sus ideas, resultando a veces la línea vigorosa y nítida la que ofrece a través de la silueta trazada la imagen que la artista quiere.
Después se añadirán la sombra y el color a lo delineado y la composición se hará más compleja y significativa, según el ejemplo de obras tan destacadas como " La luz del amor " y "Soñando contigo" ambas fechas en el 2001. Se trata en el caso de esta serie de figuras femeninas recientes casi siempre desnudas en una temática virginal, por así decirlo si se considera el punto de vista desde el cual se enfoca, ya que Cristina Ruiz emprende nuevas osadías formales no solo con el intento de indagar soluciones ya resueltas en sus primeros años de trabajo sino de conquistar otros valores en su leguaje expresivo sin perder el carácter personal de intimismo y recogimiento que tanto gusta en sus cuadros y que la hace singular y diferente entre otros artistas. Dueña de una auténtica vocación comprende que el intimismo no es una tendencia que haya agotado su sentido sino un modo de pintar que contiene inagotables e innovadores elementos para su recreación. Para ahondar en sus temas Cristina Ruiz es una artista que ha incursionado en la abstracción, ejercicio seguro de interiorización y cálculo matemático para comprender mejor la elaboración puramente formal de las figuras y de la composición. Esta práctica valiosa no es únicamente para obedecer modas pasajeras, ya que si se trabaja de manera orgánica puede conducir a una renovación de la forma plástica de ver, como en el caso de Cristina Ruiz.
Ya con mayores y más racionales elementos, esta fina artista raigalmente figurativa concluye su periodo abstracto con la enriquecedora aportación de obras como "Locura", "Imaginación", "Mar abstracto". Donde las formas se adelgazan en sus asideros representativos o se convierten en luminosas manchas de color y tono para dar lugar a bien estructuradas composiciones informalistas.
Consecuente con la ruta escogida, obedeciendo su vocación para el estudio y guiada por su talento cromático, el retorno de esta pintora a la figuración no se lleva a cabo de manera brusca sino por medio del cual no se desperdician experiencias acumulativas precedentes. Este control de disciplina y recursos explica el particular hechizo de las obras recientes, la figura femenina se torna arquetípica al presentarse como vida orgánica, simple y gloriosa, por medio de ágil afluencia lineal en el movimiento de las curvas con el resultado de gran armonía entre forma y contenido.

Por otra parte, la voluptuosidad que acaricia la superficie de los cuerpos y escribe la onda musical de las líneas se presenta invariablemente acompañada de una nostalgia, de una indirecta convicción de que la alegría y el placer son pasajeros, lo que presta y da significado casi filosófico a estas grandes series.
En general, el delicado reconocimiento del misterio del encanto femenino y la reflexión acerca de su gran poder como fuerza que mueve al mundo, se imponen en estas obras recientes. Algunas imágenes exploran, lo femenino dominante, representando a la mujer con fuerte golpe de paso firme en la tierra como un signo de victoria, si bien la artista se inclina en la mayoría de las pinturas por la resurrección de una beldad ideal, fascinante y etérea, que pueda parecer poco menos que imposible en estos tiempos, pero que igualmente puede representar un autorretrato.
En relación al color, la artista emplea a la fecha, menor número de tonos para explorar nuevas posibilidades en este aspecto. Pictóricamente hablando, como ya se sabe, es más valioso agotar las posibilidades de un solo color que usar una variedad ilimitada de pigmentos. Cristina Ruiz trabaja actualmente en crear acordes dentro de un solo color empleando de preferencia sepias, blancos, ocres, bermellones, dorados y todas las posibilidades de la hoja de oro, basada en la riqueza de su espléndida paleta que le abre de continuo nuevos caminos de experiencia. Finalmente en el caso de esta artista, no solo los temas de su elección, sino su manera de abordarlos, han sido siempre afirmativos. Cuando ha buscado formas abstractas para sus composiciones, como ya hemos visto brevemente ellas han traducido el más auténtico despliegue de valores plásticos y cuando ha regresado a la figuración, como ahora, condensa asimismo las visiones de mayor plenitud de acuerdo con su experiencia y sensibilidad. En resumen, se trata de asociación de vocación, disciplina, amor a la vida y disfrute de la realidad, que caracteriza el arte de Cristina Ruiz.

BERTA TARACENA
Critica de Arte