Revista Protocolo

Febrero - Abril 2006.
Cristina Ruiz, la pintora del amor

Biografía de una artista

Cristina Ruiz Becerra nace en el Distrito Federal, desde muy pequeña inclina su vida hacia las artes En 1984 radica en Francia
Y vuelve a México en 1986, donde estudia en el Taller de Guadalupe Trueba, del INBA. En 1994 toma un curso de diseño en Kyoto, Japón, y en 1995 vuelve a Europa para vivir en Florencia, donde incursiona en técnicas de acrílico y hoja de oro. De vuelta en México, la maestra Herlinda Sánchez Laurel descubre su facilidad y maestría para el arte abstracto, para luego entrar a la escultura y el grabado.
En 2006, Cristina Ruiz Becerra tiene invitaciones para exponer en París, Copenhague y Londres En México, está invitada a participar en marzo en una exposición colectiva para celebrar el Día de la Mujer en el Museo del Carmen, la cual recorrerá toda la República Mexicana y culminará con una magna exposición en Washington, DC.
El amor es la certeza que la eternidad nos ofrece. O por lo menos eso es lo que Cristina Ruiz Becerra transmite con su arte. Pintora, escultora y poeta mexicana que abrió a Protocolo las puertas de su arte y del espacio íntimo en el que sus obras ven la primera luz.
Cristina Ruiz se define a sí misma como una mujer inquieta que siempre está en busca de una manera de expresarse, y de trascender. Tímida e introvertida, pero también cálida. Comienza a escribir poesía a los 12 años; en 1984 decide radicar en Francia, en donde reconstruye y diseña vitrales y capillas del viejo continente. A partir de esa afortunada labor, descubre su pasión por la pintura.
En la obra de Cristina hay un tema recurrente, quizá el único pero manifestado mediante diversas formas y texturas. "Al existir diferentes tipos de amor, plasmo los sentimientos que lo rodean en la escultura, el lienzo, el metal o las letras." Abordar diversas manifestaciones artísticas es para Cristina una herramienta que le permite ahondar en las ideas que la han llevado a crear.
"Siempre estoy observando, viendo, sintiendo, entonces se me mete una idea en la cabeza y empiezo a pintar. Empecé el cuadro que más ha tenido éxito, Almas Gemelas, una tarde y me quedé hasta la madrugada pin­tando, y me fui a dormir, y a las dos horas empecé a escribir y sin querer salió la poesía de Almas Gemelas. Y ya que está lista, no en todos los casos, siento la necesidad de seguir sobre esa idea y entonces hago una escultura."
Cristina trabaja con distintos materiales, ya que para ella no hay alguna significación en especial. Incursiona en el óleo, el acrílico, en la acuarela, o trabaja con técnicas mixtas que le dan la posibilidad de enriquecer sus cuadros y poder expresar exactamente lo que ella desea.
"Tengo un cuadro que se llama Nuestro Universo, y a partir de él hice la escultura, la cual hice en bronce y me pareció muy bella, pero quería transmitir la fragilidad del amor, entonces la puse en una caja de acrílico, que parece vidrio, para poder transmitir a la gente que ese amor es muy frágil y que debemos cuidarlo. La caja Pende de un gancho para hacernos refle­xionar que esta caja representa nuestro pequeño universo como pareja y que lo debemos cuidar, porque en cualquier momento se acaba."

El amor, influencias y sentimientos

Cristina asegura que de alguna forma, todos sus maestros han dejado huella en su trabajo, sin embargo ninguno ha influido de forma definitiva. "Si acaso, mi influencia es Sorolla, a quien le llaman el pintor de la luz, soy admiradora de él, y siempre he tratado de plasmar esa luz en mis cuadros."
Pero independientemente de las influencias, el tema fundamental en la obra de Cristina es el amor. Para ella, es el sentimiento más fácil de plasmar, y de ahí derivan las pinturas, las esculturas y los poemas dedicados a la pareja. "Nacemos como seres individuales, pero siempre estamos buscando un alma gemela. El hombre no nació para estar solo, entonces en la búsqueda de plasmar esa idea llego a la pareja. Para muchos, la pareja es conocer nuestra propia sombra."
Para muchas personas, el arte es una forma de certeza. Intangible, sí, pero cierta por lo que es capaz de transmitir, y de provocar. Cristina explica que sus obras buscan transmitir la certeza de que el amor existe y de que, allá afuera hay alguien para nosotros, y que en esa búsqueda, podemos sentirnos libres, ya que lo encontremos o no, la fe y la esperanza nos hacen sentir más vivos.
Cristina siempre observa, atenta a los pequeños detalles que reflejan lo que cada ser humano es. Ella mira el mundo en el que vivimos y su visión es la de seres humanos "desconectados", ensimismados, que en lo último que piensan es en el arte, lo cual considera un error, porque es una de las pocas formas de sensibilizarnos.
"El arte nos permite entrar a un espacio de quietud, de soledad y de silencio para empezar a conocernos a nosotros mismos, para saber qué siento yo, qué me inspira." A partir de la visión del mundo actual, Cristina pin­taría un hombre y una mujer solos; no caos, ni colores rojos o negros, sino el resultado de todo ello, que es la soledad. Solos y tristes, porque ése es el resultado del egoísmo.
Por fortuna, y aunque el amor parezca algo trillado, cursi o pasado de moda, Cristina Ruiz cree que el amor es infinito, por lo que continuará con la pareja como base de su obra, con la esperanza siempre de que ésta llegue a los seres humanos para que revaloremos las cosas que valen la pena, como el amor o la esperanza.
"El objetivo de mi obra, el mensaje a los demás es hacerles saber que no están solos, y que estamos aquí para encontrarnos y ayudarnos." Y es a través de los ojos de Cristina, y de su obra, que vemos cosas que con los nuestros no podemos.
Porque al final, ella tiene razón, amar es como andar descalzo, saltando sobre las nubes, es como juguetear con las