Revista MEXICO SOBRE MUROS

Octubre - Noviembre, 2001




Cristina Ruiz comenzó a concebir su obra en una ciudad donde no pocos artistas se han inspirado para crear una obra maestra. Al principio de su carrera, decidió adoptar Paris como punto de partida, y fue ahí donde se integró a un taller de vitrales y restauración para aprender a mezclar pigmentos y hacer sus propios colores, fundir arena para lograr, después de muchas pruebas, el tamaño y color preciso para la creación y reconstrucción de vitrales. En la experimentación de los materiales y su uso, creció gran una necesidad por conocer las técnicas de la pintura que hasta entonces se le develaban como un secreto. Visitó con gran curiosidad todos los museos descubriendo a su paso lo impresionante que resulta tener frente a sí obras de maestros como Van Gogh, Monet y Sorolla. Éste último influyó de una manera importante en ella. Con él descubrió que la luz era un factor importante para inyectar vida propia a una pintura.

En su constante búsqueda, visitó todas las iglesias, monumentos y edificios que pudo. Convivió con gente de distintas culturas, con cotidianeidades ajenas a la propia.

Al llegar a México ya conocía las técnicas del dibujo y bosquejaba constantemente en un afán por perfeccionar su trazo. Posteriormente conoció a Guadalupe Trueba, de quien aprendió el manejo del óleo y sobre todo del color.

Cristina Ruiz es una pintora con una conciencia artística bien conformada. Esta determinada a aprender constantemente nuevas técnicas porque necesita de muchas herramientas para resolver un cuadro, disfruta mucho su trabajo y necesita cada ves más tiempo porque nunca acaba de aprender, siempre tiene que estar en todo, exprimiéndole y sacando el máximo de provecho a sus vivencias.

Las composiciones en su obra son equilibradas, con intuición por el espacio y las formas que le es innata. El trazo en sus dibujos es muy limpio y sin titubeos y muchas de las veces los acompaña con delicadas pinceladas de colores suaves para dar realce al volumen y las siluetas. Otro de los elementos latentes es la hoja de oro, que descubrió al llegar a Francia. Aprendió bien su utilización, aplicándola a sus lienzos para atrapar más luz y dar una textura distinta a la del óleo, y así jugar con la superficie de sus obras. Sucede lo mismo con las transparencias, que aplica a manera de cortinillas creando una sensación de suavidad y de misterio en sus personajes.

Actualmente la obra de Cristina está enfocada en las formas femeninas que de una manera sutil nos llevan a pensar en un todo orgánico, es decir, que la figura de la mujer complementa los ambientes naturales y los colores de la tierra, que no son más que una metáfora de la vida, pero de una vida que está en equilibrio con las demás sin corromperlas.

Cristina le gusta lo bello, es por eso que utiliza a mujeres de distintas fisonomías en su trabajo. Para ella es más enriquecedor el cuerpo femenino, es la fuente constante de sentimientos convulsos y de caminos sinuosos, en todos los sentidos.

Cristina Ruiz es una pintora integral en pleno uso de su libertad; es una artista que genera metáforas de sus vivencias y nos platica a través de su trabajo sus experiencias, como viajera incansable y protagonista de una renovación resultado de sus historias andariegas.