Revista PERSONAE

24 Noviembre, 2001

Por: José Antonio Ruiz Estrada


Cristina Ruiz, ante todo mujer. Bella, con cabellos color luz, una de sus pasiones, que surge de su paleta suave, cálida, vertida en corrientes mansas de agua dorada, donde perennemente recrea la hechura de su constante renacimiento. Su esbelta figura, jeans desteñidos y blusa negra, se concentra frente a la obra que concluye. Con la madera dispuesta en su mano izquierda y el delgado pincel en la diestra, planta en el margen inferior derecho su firma.

Estalla el clic de la Nikon sobre el silencio del interlocutor envuelto en la soberbia ejecución de una sinfónica. Momento registrado como recuerdo imperecedero del privilegio donado por la fortuna, acrecentado por la gracia que la autora le concede: darle nombre a su obra: Distancia dolorosa.

La obra, color tierra, en gamo inagotable, surgió de su mágica paleta, de su espíritu uteriniano que pare un hijo nuevo: "con dulzura, sin dolor, con la alegría que causa el dar vida" en alas del figurativo moderno, como ella define su estilo.

Es nuevo hijo, el cuadro, Distancia dolorosa, arroja a la pupila del especta dor un vigoroso impacto que involunta riamente aloja en su pensamiento y de ahí en la delicado zona del sentimiento, para que abandone su modorra o su vértigo mediático.

Representa la fractura, la ruptura inevitable entre mujer y varón, provoca da por el miedo a ser absorbido el uno por la otra o de ser sometida, como siempre, por aquél, después del éxtasis de la comunión dicotómica. 0, quizá, por la carga de hastío que destruye el vínculo amatorio que camina parejo a la lucha eterna de los géneros.

Cristina habla de sí misma, de su obra. Niña poetisa, de excelencia, plasmó pal abras en los nichos del arte literario. Delineó, desde entonces, su espíritu luz amante del Arte, no como diletante devo radora de la obra de los gigantes, sino además, como creadora del lenguaje estético en sus múltiples expresiones. Obtuvo lauros con su poesía casi niña. Recorrió, recorre, recorrerá, exploradora incansable, el diapasón del arte: recon struye, al lado de maestros consagrados, antiguos vitrales de iglesias y capillas europeas. Descubre su verdadera pasión: la pintura.

Discípula disciplinada, no subyace al peso de los consagrados o los mejores anónimos. Humilde genuina ante el conocimiento, que no conoce de actitudes democráticas, rechaza cúpulas caprichosas. Se deja conducir por Guadalupe Trueba en el INBA, donde evidencia su inclinación por lo figurativo, dentro de la Escuela Impresionista Valenciana. Recientemente víajo a Grecia a tomar un curso de perfeccionamiento.

El varón, aliado

Segura de que sus sueños de infancia son y serán hechos tangibles, jamás se s ntió amenazada por el dominio mas de¡ Arte. Por el contrario, dice, "han habido muchos pintores hombres, o quienes admiro mucho, que me han alentado y elogiado, además enseñado. No trato de imitar a nadie, cada uno tiene su lugar, cada cual tiene su estilo, su escuela su carrera y su tiempo. Nadie E mejor ni peor, inclusive los críticos, a los cuales para unos una obra es algo Wavilloso y pare o tros no vale la pena''.

Cristina se, niega a dejarse llevar por la inercia: "Muchos pintores pintan , no es mi caso, la moda, lo bonito, lo decorativo, cuando, eso creo, debemos plasmar emociones que hagan vibrar a la gente, que aunque no le guste la obra sí las impresione".

Espejos

Su estilo tiene espejos fieles, precisos fuentes de inspiración, dirían los liricos se admite subyugada por el impresionismo: "Quien mas me gusta es Soroya por la luz que tienen sus cuadros, además de los maestros con los que he tomado clases como lo maestra Herlinda Sánchez Laurel, quien me enseño El color y la música" (96 97) y La belleza, de la luz (97 98).

La maestra Herlinda Sánchez Laurel me abrió un mundo de posibilidades maravilloso en mi búsqueda y deseo de ser más versátil. Con ella incursione en lo abstracto. Un día me pidio pintar los celos: ¿Qué color les darías? ¿Cómo los pintarias? O sea, hacer diseño, darle peso en el cuadro.

Así llega una a cosas maravillosas. "Me apasionan los impresionistas por haber creado un nuevo estilo a pesar de todo. Por ejemplo Van Gogh, se me hace increíble su lucha por un sueño. Por haber muerto en la miseria sin lograr algo en vida, pero que finalmente lo consiguió.

" De la pintura actual me impresiona, me apasiona, Carbonel, Arturo Rivera, por la fuerza que tienen sus cuadros. Me encanto la pintura Herlinda Sánchez Laurel, que como buena géminis soy muy versátil, me gusta de todo, sé apreciar y siempre estoy en exposiciones, leyendo, viendo, todo me apasiona.

Pasión

Descubro desde niña mi enorme sensibilidad. Apasionado, pinto 10 o 12 horas diarios desde hace muchos años, quisiera hacerlo las 24 horas, pero sé que eso no se puede. Incansable con el deseo de imprimir, siempre, la pasión de estar conmigo misma y mi pintura, sin teléfonos que suenen y oyendo mi música. Muy entregada.

JARE: ¿Qué le emociona más?

CR: Los sentimientos, la luz, la naturaleza, el cuerpo humano. Me gustan las expresiones humanas: la alegría, la pasión, la ternura, el placer o amor u odio. Se me hace algo hermoso digno de pintarse todo esto, que ya plasmado haga vibrar al humano le haga recordar, hacer pausa, detener el vértigo de nuestras vidas. Exponer obras que nos hagan sentir, pensar y vibrar.

JARE: ¿Cómo pinta los celos?

CR: Antes, en óleo, entre negros y rojos, celos con ira, mucha emoción y pasión. ¿El amor? Tierno, pastel, con niños, parejos haciéndose el amor de mil formas. Ahora lo pinto con colores tierra, más maduro, pasional, sensible, más entregado. El resentimiento no lo he pintado, sería tema interesante, pero el olvido es azul, difuminado, indefinido, de 1 concreto a lo indefinido, a lo abstracto. El coraje, rojo. La pasividad, desde negra horizontal, en cono invertido hasta la gama de grises al blanco, sin historia.

Crisol

Un tiempo se fue a vivir a Florencia, donde estudió intensamente la hoja de oro, la restauración de vitrales, para regresar a México con nuevas ideas, nuevos coloridos, con los tonos tierra. Volvió a lo figurativo con acrílico, material no tan noble como el óleo, pero también con capacidad para elaborar co maravillosas. "Lo siento más actu con la presente época" .

Quizá por su inquietud de aprendizaje, casi incontrolable, Cristina Ruiz ha logra do en el Arte algo diferente, atractivo, generado por los sentimientos, la emo Con Arturo Rivera se perfeccionó en dibujo y pintura, (98 99). "Todo redunda en mi estilo muy personal que yo definiría como figurativo moderno, porque no es un figurativo totalmente realista, ni clásico, sino que llevo la figura sobre fondos abstractos muy desechos". "Trato de usar los colores tierra, que con uno o dos tonos obtengo una gran variedad y grandes posibilidades para explotar con éxito la paleta".

Muíer, lo más bello

El cuerpo humano también tiene atrapada a Cristina Ruiz y asi lo explica: "Me encanta, es digno de admiración y lo pinto como fuerza creadora, como la fuerza de¡ mundo, me fascina. A veces pinto muchas veces más figuras femeninas, porque son más bellas, pero también la masculina, que le da mucha fuerza a los cuadros, cuestión que logro al pintar parejas".

Sin embargo, al observar la obra de Cristina Ruiz corroboramos lo dicho al principio de esta entrega: la luz es su principal elemento. Ella misma lo explica: "La luz me encanto. Trato que además de fuerza y sentimiento mi obra tengo como centro la luz".

No se puede eludir la pregunta repetitivo, inevitable y a veces vital. Se apura, se precipita para pasar a cuestiones menos trilladas, "¿La obra más satisfactoria y la esperada?.

" La pintora sonríe sin malicia, más bien gratificada, por la oportunidad de aclarar que cada cuadro tiene la misma validez para ella.

CR: Me pasa algo curioso, que no he platicado con mis colegas hasta hoy. Cada obra que hago para mí es como un nuevo hijo, por ello, no me gustaría ni venderla ni desprenderme de ella; es algo muy personal, a cada una la quiero atesorar porque cada una es muy especial, por lo que sentía en el momento de crearla, la música que escuchaba (siempre lo hago), cada obra me evoca momentos maravillosos, no tengo ninguna especial. Sin embargo, en la medida en que voy avanzando siempre me va gustando más la última.

La madre

Cristina emitió su mensaje. Sin especificarlo dio el mentís a Freud y su enigma edipiano. No se siente Yocasta, y ni le importa la condena perenne de la simbiosis madre-hijo. Por ello, considera invaluable hablarle a la mayoría aplastante de mujeres presas en el submundo al que fue relegada por sí misma o por otros a la cocina, a los pañales, al cuidado de los hijos, a pesar de que tenga un gran talento y que tenga que actuar como padre de familia.

CR: Le digo que luchen por sus sueños, que sí son realizables,que no crean que por estar metidas en la cocina son peores o mejores.

Cristina Ruiz tiene un hijo de 11 años, Carlos Sebastián, que, está absorbiendo mucha sensibilidad, mucha creatividad. Me maravilla. Lo impulso a ser consciente de que la mujer debe desarrollarse. Estoy convencida de que lo comprende, porque muestra mucha pasión por lo que hace y seguridad de que puede lograrse lo que uno quiere.

"Cuando le comento lo que voy a pintar se asombra: "Ay mamá..." Que al verlo terminado reconoce: "¡Qué padre, jamás pensé que tuvieras este resultado!", entonces siento realmente que lo estoy educando bien. Muchas veces le escatimo tiempo, me dedico más a la pintura que a él, pero considero que soy muy buena mamá también, tenemos una relación muy bonita esto de la pintura le está dejando algo valioso a él; no temo crear la funesta simbiosis madre-hijo, tiene una personalidad muy fuerte. Muy definida.

Realmente está creciendo muy aparte, sin embargo estamos muy unidos".

JARE: Se dice que el arte, como el conocimiento, es elitista. ¿Está de acuerdo?

CR: Creo que nunca se hará lo suficiente para que llegue el arte a todos los nivees. Sin embargo, creo que no es elitista, porque la gran mayoría que conozco son de bajo nivel socioeconómico, son maestros tal vez desconocidos, pero de sensibilidad especial, quizá porque vivieron en la pobreza, o en situaciones muy dolorosas, o tristes.
JARE: ¿Cristina Ruiz tiene preocupaciones?

CR: No. Tengo, gracias a Dios, una vida muy a gusto, muy tranquila. Tengo preocupaciones de otro tipo, desde cómo quedará el cuadro, hasta cómo saldrá mi hijo en los exámenes, gracias a Dios nada de cuidado.

JARE: ¿Sus deseos más grandes, como proyecto de vida?

CR: lograr algo en la pintura, no el qué bonito, sino dejar una huella sobre el arte.

JARE: Yo la observo mujer feliz, satisfecha. ¿A qué le atribuye ese triunfo, ese optimismo, ese amor a la vida?

CR: Es algo que ya se trae. En alguna ocasión una amiga me dijo: "¡Hay pobre de ti, tantas penas que has tenido en tu vida" y me sacó de onda y pensé ¿Yo penas? Después concluí que se refería a la actitud que uno tiene hacia la vida. Eso hace la diferencia.

Para ella lo que yo había vivido desde pequeña era "una vida difícil" pero para mí fuerón pruebas normales a superar, que al superarlas me hacen mucho más plena, más llena, en la lucha permanente. Es la actitud frente a la vida. Si una la ve con optimismo, si una cree que se pueden lograr los sueños, pero que además hace una el esfuerzo para que sea posible, ahí está el secreto" .

Siempre el Artista Siempre su obra